Una Aurora Diamante con diamantes blancos
Aurora

Aurora Diamante, la pluma más cara del mundo de cerca

Moda & Co

Diamante es el nombre de la estilográfica más cara del planeta, una pieza diseñada por la firma italiana Aurora de la que solamente se realiza una unidad al año. ¿Por qué es tan valiosa? ¿Qué la hace tan única?

En el mundo del lujo y la exclusividad los límites, más allá de lo humano y físico, no existen. Si hay dinero que lo pueda sufragar y alguien que lo desee adquirir, entonces, se podrá crear y ofrecer. Uno de los útiles de escritura seguramente más bellos de cuantos se han creado en el mundo, del que solamente existe una impar unidad anual, es prueba irrefutable de ello. Se trata de la estilográfica más cara del planeta, una pluma que no conoce igual, y se llama Diamante.

La pieza ha sido concebida por la firma italiana Aurora, genuina líder en la fabricación de lapiceros de excelsa factura, y en ella ha querido ir un paso más allá de lo que nos tiene acostumbrados. Para convertir al instrumento en el más costoso de su clase, haberlo hecho una verdadera joya, ha empleado un cuerpo construido esencialmente con platino de la mejor calidad para, sobre él, engastar cerca de dos millares de diamantes de los denominados «De Beers», que en total equivalen a una treintena de quilates.

La pluma estilográfica Aurora Diamante añade a su incomparable elegancia, el noble material de su esqueleto y los cientos y cientos de diamantes que la hacen ser lo que es, un plumín realizado en oro blanco sólido de 18 quilates tratado con rodio y la joya de la corona, un enorme diamante en lo más alto de su capuchón. Al año, solamente una de estas piezas sale de los artesanales talleres italianos que las confeccionan personalizadas en el estilete, si se desea, con el escudo de armas de la familia del afortunado propietario, su firma o incluso su retrato. Su coste no deja lugar a las dudas: más de 1 millón de euros.

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.