Vista lateral del Lotus 3-Eleven
Lotus

Lotus 3-Eleven, toda la velocidad en tus manos

Coches

El Lotus 3-Eleven es el deportivo más rápido que la marca británica ha creado desde que comenzó su andadura en 1952, un coche solo apto para los más valientes.

El Lotus 3-Eleven no es el típico deportivo de lujo. Es un coche creado por y para la velocidad, para la emoción de la carrera, para sentir cada giro, cada recta y cada golpe de revoluciones. Coge el nombre de los grandes autos de Lotus cuando todavía participaban en carreras como las de Le Mans, con uno de los diseños más hermosos de su época. Los Lotus Eleven han sido siempre el culmen de su tecnología, logrando récords de velocidad y premios en todo el mundo.

Así que llamar Lotus 3-Eleven a su nuevo modelo es toda una declaración de intenciones, que viene acompañada de un desarrollo y tecnología al alcance de pocos ingenieros. Este deportivo, que presenta versiones de competición y carretera (para ir de paseo, ¡ja!) se mantiene entre los 900 y 1000 kilos, toda una proeza, con un motor V6 de 3,5 litros y 450 caballos. Eso nos da una velocidad punta de 280-290 kilómetros por hora, dependiendo del modelo.

Detalle de la vista trasera del Lotus 3-ElevenLotus

Con una aceleración brutal, va de 0 a 96 km/h en menos de 3 segundos, el Lotus 3-Eleven es una auténtica bestia, capaz de dejar atrás a otros superdeportivos sin despeinarse. Aunque también es cierto que se ha sacrificado mucho en cuanto a lujos interiores. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un coche monoplaza, si bien podemos instalar un asiento extraíble para el acompañante.

La producción de este precioso juguete está limitada a 311 unidades que parten de un precio base de 117 000 euros para el modelo Road. En el caso de que queráis exprimir al máximo el motor, la versión Race, que cuenta con unos neumáticos diferentes, más velocidad y barras extra de competición, se puede ir a 164 300 euros.

Alfredo Álamo
Alfredo Álamo

Escritor, soñador, amante de los viajes largos y sin prisa, disfruto tanto con las cosas sencillas como con los últimos gadgets tecnológicos, con los lugares solitarios y los conciertos abarrotados, la comida tradicional y la nueva gastronomía. Contradicciones, creo, que hacen la vida mucho más interesante.