El reloj Rotonde de Cartier Gran Complicación con calibre 9406 M visto de forma frontal
Cartier

Rotonde de Cartier Gran Complicación con calibre 9406 M, el más complejo

Relojes

La más alta relojería en una pieza única, el Rotonde de Cartier Gran Complicación con calibre 9406 M, con más de quinientos componentes, mecanismos de suma complejidad y acabados nunca antes vistos.

Aseverar dándole el sobrenombre de «más complejo» a un reloj es un acto arriesgado, pero Cartier sabe de lo que habla cuando llama así a su Rotonde de Cartier Gran Complicación con calibre 9406 M. Un total de 578 componentes, cinco años de desarrollo, quince semanas de fabricación en su manufactura, diez semanas de decoración y acabado y cinco de ensamblaje han sido necesarias para alumbrar una pieza capaz de combinar mecanismos como el de la repetición de minutos, el tourbillon volante y el calendario perpetuo.

Una de las complicaciones más célebres de la alta relojería es la repetición de minutos, una función que roza lo mágico transportando el tiempo al sentido de la audición y permitiendo la lectura de la hora, mediante sonería, a petición.

Detrás de todo ello se encuentra una gran labor técnica y en este calibre en particular, el 9406 M de sólo 5,49 milímetros de grosor, la particularidad de poseer el perfeccionamiento denominado “todo o nada”. Este evita la activación parcial de la complicación, mantiene a la vista y en primer plano por el lado de la esfera tanto timbres como martillos y tiene liberado el volante de inercia del puente superior.

Porque el tourbillon volante del Rotonde de Cartier Gran Complicación, situado a las doce horas, además de tener la misión de optimizar la cronometría del calibre compensando los efectos de la gravedad, aporta ligereza al diseño viéndose desprovisto de puente superior e imponiéndose como rasgo distintivo.

Rotonde de Cartier Gran Complicación con calibre 9406 M visto por la parte traseraCartier

Por último, el calendario perpetuo que indica el número de día en un subdial a las nueve, el día de la semana en un segundo a las tres y el mes en un tercero a las seis, tiene en cuenta tanto los meses comunes con treinta o treintaiún días como el mes de febrero, incluso en los años bisiestos. Gracias a ello, solamente requiere un ajuste cada cien años y no cada cuatro como sucede con las complicaciones tradicionales, que no recuperan el retraso propio del calendario gregoriano como sí lo hace este reloj.

Todo este despliegue técnico se magnifica con la impresionante esfera de latón calada con efecto rayos de sol que, junto al esqueletizado de su movimiento, la caja de platino 950 ‰ y la corona perlada de platino 950 ‰ adornada con un cabujón de zafiro azul, logran que la simple observación del tiempo, indicada por sus manecillas con forma de pomo, bastón y martillo de acero azulado, sea todo un deleite. El Rotonde de Cartier Gran Complicación con calibre 9406 M de carga automática mediante microrrotor de platino, certificado con el Poinçon de Genève y completado con una correa de piel de aligátor negra con hebilla doble desplegable y ajustable de oro blanco de dieciocho quilates, es alta relojería en estado puro.

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.