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Cartier

Cartier, el icono relojero francés

Una de las fábricas francesas de relojes y joyas más famosa de todos los tiempos, Cartier, es sinónimo de un paso al frente y vivo ejemplo del éxito más fulgurante. Esta es una breve historia de Cartier, un repaso a sus hitos.

Todo comenzó con un paso adelante, un atrevimiento, una valentía. Corría el año 1847 cuando el joven Louis-François Cartier, casi un simple aprendiz de joyero, tomaba las riendas del taller de su maestro Adolphe Picard, en el número 29 de la rue Montorgueil de París, y se convertía por méritos propios en maestro joyero.

Aquel momento fue la primera piedra de una imponente construcción, los cimientos que permitieron levantar una fábrica francesa de relojes y joyas que despegaría fulgurantemente con la entrada de las siguientes generaciones. Primero con su hijo, Alfred Cartier, y más tarde y sobre todo con sus nietos, Louis, Pierre y Jacques.

Llegaría entonces el año 1899 y uno de ellos, Louis, trasladaría Cartier hasta la ubicación que todavía ocupa la compañía, el número 13 de la parisina rue de la Paix, donde las creaciones más emblemáticas e históricas de la firma comenzarían a ver la luz. El primer reloj de pulsera para hombres, Santos, diseñado por el mismo Louis para uno de sus amigos, el aviador brasileño Alberto Santos Dumont; o el collar de diamantes Bestiary, realizado para el marajá Yadavindra Singh, con un buen número de piedras preciosas aportadas por el príncipe indio.

Piezas icónicas, entre joyas y relojes, que conquistaban los ambientes más pudientes al tiempo que sin prisa, pero sin pausa, conquistaba nuevos enclaves. Aquellos años de principio del siglo XX cruzó el canal de la Mancha para establecerse por primera vez en Londres, con Jacques al frente, y poco tiempo después cruzaría el Atlántico para comenzar a desplegar su presencia en Estados Unidos y resto de América desde la ciudad de Nueva York, bajo la dirección de Pierre.

En esa época, con una fama de dimensión planetaria que el fundador Louis-François Cartier seguramente nunca habría llegado a imaginar, la firma se convirtió en proveedor oficial de joyas y alta relojería de numerosas casas reales como la británica, la española, la rusa, la portuguesa o la griega, y en el deseo de la clase noble y aristocrática de toda Europa, así como de las primeras estrellas de Broadway y el cine mudo.

Cartier cautivó desde su nacimiento y, más de siglo y medio después, continúa haciéndolo. El espíritu de excelencia de la maison es imperecedero, como imperecederos son sus diseños.

Patricia de Larrazábal
Patricia de Larrazábal

Disfruto de la vida, de escribir a mano, de ver el mar cada mañana, de la buena comida servida con amor y de mis amigos, lo más importante. Me gusta el mundo de la moda, la belleza y viajar, porque sin experiencias, no somos nadie.