Las diferentes versiones del Clé de Cartier
Cartier

Clé de Cartier, el sencillo virtuosismo de un nuevo icono

Relojes

Con el reloj Clé asistimos al nacimiento de un nuevo icono, a la concepción de un reloj que pasará a la historia. Sorprende por sus formas, volúmenes y planos. Una joya de alta relojería que merece todo reconocimiento.

Más de un siglo y medio de historia han proporcionado a Cartier la experiencia necesaria para identificar qué atributos convierten una pieza de relojería en icono. Con relojes tan emblemáticos como el Santos, el Tank o el tan reciente Ballon Bleu la innovación, el atrevimiento o la honestidad fueron el secreto; con su último aspirante a icono, el Clé de Cartier, la sencillez será la clave.

Una forma sencilla, una línea sencilla, un gesto sencillo, una innovación sencilla, un perfil sencillo, un aspecto sencillo... la parisina cree que detrás de lo sencillo yace el virtuosismo, que lo simple es arte, y viendo el resultado no se puede estar más de acuerdo.

Vista lateral del reloj CléCartier

Si con el Santos trajo el cuadrado, con el Tank el rectángulo y con el Ballon Bleu el cabujón de zafiro bajo un arco de metal precioso, con su última obra de arte, el Clé, la firma juega con líneas oblicuas, volúmenes y planos para, con un círculo perfecto como base, engendrar una pieza de bisel liso y redondo, esfera igualmente circular, perfil arqueado, ligereza de formas, detalles que solamente se dejan intuir y estética reducida a la mínima expresión.

Un conjunto que cautiva por su pureza, el clasicismo de su construcción y la joya de la corona, nunca mejor dicho, de este nuevo guardatiempos de Cartier dispuesto a convertirse en emblema: su corona.

El cabujón de zafiro del Clé en diferentes posicionesCartier

Porque es una prolongación de las líneas que dibujan el reloj, ha sido concebida con forma de prisma para mimetizarse en el diseño, integra a la perfección su particular cabujón de zafiro y, sobre todo, porque rompe con lo establecido. Ella es la llave, la clé que diríamos en el idioma de Molière, que da nombre a esta joya de la relojería y cobra pleno significado cuando hay que hacerla girar para ajustar hora y fecha. Pura magia.

Y como un icono no es solamente, también es técnica, el Clé de Cartier ha sido equipado con un nuevo movimiento desarrollado, fabricado y ensamblado por los más experimentados artesanos de la maison que lleva por nombre 1847 MC y rinde homenaje al año de creación de la manufactura relojera. En él la reducción a la mínima expresión ha sido también la norma y el enfoque a la eficiencia la ley, por lo que se le ha dotado de un barrilete especialmente rápido, una gran estabilidad cronométrica y un sistema de carga de gran durabilidad con reserva de marcha de hasta 42 horas.

Vista frontal del nuevo icono CléCartier

Clé se encuentra disponible para hombre, con un diámetro de caja de 40 milímetros, en oro blanco o rosa de 18 quilates con brazalete a juego o en piel de aligátor negra o marrón respectivamente. Para mujer, la nueva joya relojera de Cartier puede escogerse en 35 o 31 milímetros también en oro blanco o rosa de 18 quilates con brazaletes a juego o en piel de aligátor rosa fucsia o vino brillante y rodiado de diamantes talla brillante a la esfera que, tanto en versión masculina como femenina, es una flinqué plateada con efecto “rayos de sol”, numerales romanos azules y manecillas de acero en forma de espada también azules. La única excepción se produce con los modelos para fémina que amplían el engarce de diamantes a toda la caja y también la esfera.

Un reloj que conjuga, como muy pocos lo han hecho nunca, sencillez en la estética, sencillez en la técnica y excepcionalidad en el resultado. Puro virtuosismo creativo encontrado en los más puro, en lo más esencial. Clé de Cartier es, sencillamente, magia.

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.