Logo de la compañía automovilística Rolls-Royce

Rolls-Royce, excelencia y tradición

Desde 1906, Rolls-Royce ha fabricado algunos de los vehículos más selectos y distintivos del mundo, convirtiéndose en símbolo de poder, estatus y riqueza.

Si bien los inicios de la marca británica se remontan a finales del siglo XIX, no fue hasta 1906 que Frederick Henry Royce y Charles Stewart Rolls fundarían Rolls-Royce, empresa dedicada, en un principio, al mundo del automóvil, aunque posteriormente lograría también una gran importancia por su trabajo dentro de la aeronáutica.

El primero de los grandes éxitos de Rolls Royce es sin duda el Silver Ghost. Este modelo, que se mantuvo en producción de 1906 a 1925, tuvo una gran demanda, no sólo en Inglaterra sino también en Estados Unidos. Se llegaron a fabricar 6173 unidades, grandes números para la época.

El segundo gran coche a destacar fue el Phantom, presentado en 1925, que incluía un nuevo motor y otros detalles técnicos. En este momento, Rolls-Royce sólo construía el chasis y las partes mecánicas, ya que la carrocería se encargaba de manera externa.

Uno de los puntos de inflexión de Rolls-Royce llegó en 1931 con la adquisición de Bentley, empresa que atravesaba unos malos resultados económicos. Se decidió que esta marca representara un aspecto más deportivo, retocando ligeramente los modelos de Rolls-Royce originales.

Dentro de los coches previos a la II Guerra Mundial también habría que destacar el Wraith, donde las formas clásicas de Rolls-Royce empiezan a conformarse ya de manera clara, mejorando de nuevo el motor, la potencia y la conducción.

Aunque si hablamos de un gran coche, un icono reconocible a nivel mundial, no podemos dejar de lado el Phatom IV, el modelo más exclusivo de Rolls-Royce aparecido en 1950, dedicado a la élite mundial. Sólo se fabricaron 18 unidades que fueron a parar a manos de la aristocracia y algunos gobiernos y fue el modelo elegido por la realeza británica para sus apariciones públicas.

A partir de este momento cambia el modelo de diseño en el que se basaban, para buscar un aspecto acorde con los tiempos. Atrás quedan las carrocerías especiales, llenas de curvas y volutas para abrazar la apariencia masiva y sólida que apareció en los años 70. Desde el Corniche al Silver Seraph, el aspecto de gran berlina es el que se ha impuesto, buscando la seriedad y la eficiencia.

Sin embargo, la crisis económica y la evolución del mercado de las berlinas de alta gama llevó a Rolls-Royce a cambiar por completo. Bentley fue adquirida por Volkswagen y la marca de la doble R acabó en manos de BMW AG. Este cambio de manos se aprecia claramente con la aparición de modelos con un diseño mucho más moderno.

Ese es el caso del Phantom de 2003, ya con motor BMW, o el Ghost, un sedán de cuatro puertas más pequeño de lo que nos tenían habituados. Todo esto, claro, sin dejar de lado las bases por las que Rolls-Royce ha sido conocido siempre, es decir, un apartado técnico de la más alta gama y un interior dedicado al lujo.

Sus últimos modelos apuestan por el mismo camino, como el Wraith de 2013, homenaje al mítico modelo de 1938, un cupé que une exclusividad a un motor V12 con 623 caballos de potencia. Es decir, Rolls-Royce se adaptaba a un nuevo tipo de riqueza, dejando a un lado a las grandes fortunas de antaño para buscar a las familias más jóvenes y amantes de la velocidad, pero que todavía quieren marcar una diferencia de estatus.

Alfredo Álamo
Alfredo Álamo

Escritor, soñador, amante de los viajes largos y sin prisa, disfruto tanto con las cosas sencillas como con los últimos gadgets tecnológicos, con los lugares solitarios y los conciertos abarrotados, la comida tradicional y la nueva gastronomía. Contradicciones, creo, que hacen la vida mucho más interesante.