La lata de oro del caviar Almas
© Caviar House & Prunier

Caviar Almas, el caviar más caro del mundo

Gourmet

Procede de los ejemplares más viejos de los esturiones beluga albinos que pueden encontrarse en las costas de Irán del mar Caspio y es el caviar más caro del mundo: es el caviar Almas.

No cabe duda que el caviar es uno de los productos más evocadores del lujo, la exclusividad y la distinción. E inequívocamente es uno de los bienes gastronómicos más costosos de cuantos existen. Pero pese al nivel general de la materia prima, también coexisten diversas clases que, de acuerdo a las diferentes cualidades del género, elevan todavía más el precio. El caviar Almas, vendido por la selecta boutique Caviar House & Prunier, es el más caro del mundo en la actualidad.

Se trata del conocido como caviar blanco, una variedad procedente del esturión beluga albino que habita en las costas de Irán del mar Caspio. Estos peces, en grave peligro de extinción, tienen una longeva vida, pero sus más que notables características y la demanda del manjar que son sus huevas los han convertido prácticamente inexistentes y sometidos a una más que costosa búsqueda. De ahí, el altísimo precio que alcanzan.

Las huevas del caviar más caro del mundo, del caviar Almas© Caviar House & Prunier

En este caso, el caviar Almas procede de los ejemplares más viejos que pueden encontrarse, el color de las huevas es blanco y su tamaño equiparable al de los guisantes más ínfimos. Todas estas características dotan al caviar de unos matices que no tiene ningún otro. Es un producto indescriptible, para el que solamente tienen palabras aquellos afortunados que logran probarlo y comprobar, en su paladar, la complejidad de su sabor, la distinción de su aroma y la explosión de sabor que provoca.

Caviar Almas se vende aproximadamente a unos 25.000 dólares estadounidenses el kilogramo y se presenta en una lata acorde a su valor, fabricada en oro de 24 quilates.

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.