Lucas Vidal en su estudio
Mumo

Lucas Vidal, del Berklee College a Hollywood pasando por los Goya

Bien Hecho
De poner música a películas silenciadas cuando era solo un niño, a componer piezas para Hollywood y ganar dos premios Goya: uno a la mejor banda sonora y otro a la mejor canción. Lucas Vidal, pese a su juventud, ya sabe lo que es el éxito.

El anhelo de combinar imágenes en movimiento con sonido, en sincronía, es casi tan antiguo como el propio cine. Desde los inicios, el séptimo arte ha querido recrear en gran medida el mundo real y, hacerlo, implicaba naturalmente el sonido. Por eso, antes de la aparición de la cinematografía sonora como tal, las proyecciones se acompañaban de música, explicaciones de lo que sucedía en pantalla e incluso interpretaciones en directo, en la propia sala.

Lucas Vidal, el exitoso compositor madrileño bien conoce la historia, y en cierto modo se reconoce en aquello. De pequeño, cuando sus padres le permitían ponerse frente a la televisión solamente para ver películas, ponía en práctica lo que iba aprendiendo en clases de música tocando el piano, improvisando, por encima de las cintas silenciadas. Quizás sin saberlo, el joven músico que comenzó a tocar con tan sólo 4 años, estaba uniéndose de forma inseparable a la música, por la que ya sentía predilección, y al cine, que no ha dejado de acompañarlo.

Butaca de una vieja sala de cine

Del salón de casa al Berklee College

Su historia posee todos los ingredientes necesarios para componer una de esas biografías apasionantes, y eso que apenas supera la treintena. De familia especialmente ligada a las artes, con su abuelo como figura destacable por su condición de fundador de la histórica discográfica Hispavox, desde su más tierna infancia cultivó su amor por la música. Empezó con el piano clásico a los 4 años, a los 9 ya componía su propia música, improvisando sobre piezas de Bach, poco después comenzaba a tocar la flauta y a los 15 asistió a un programa de perfeccionamiento de la Berklee College of Music.

Aquella estancia estival en la universidad privada musical más grande e importante del mundo le hizo ver todo lo que podía hacerse con la melodía, el ritmo y la armonía. Allí descubrió la existencia de una carrera específica de música de cine, decidió que era lo que quería estudiar, y se aplicó en conseguirlo. El año siguiente tomó de nuevo un curso en el centro de Boston, hizo una prueba para ser becado y cuando parecía que su camino se encaminaba a estudiar algo que nada tenía que ver con la música, lo consiguió. Recibió la beca, hizo las maletas cargándolas de ropa y mucha ilusión, y se plantó en Estados Unidos dispuesto a cumplir sus sueños.

Fachada de la Berklee College of MusicEd Uthman editada con licencia CC BY-SA 2.0

Sin embargo estos, cuando alcanzó la veintena, tuvieron que esperar. El diagnóstico de un cáncer forzó que pausase su educación, volviese a España para recibir quimioterapia y se replantease su vida. Vidal ha reconocido en diversas entrevistas el varapalo que la terrible enfermedad causó en él, pero de ello saca algo positivo. Con el enemigo vencido, la experiencia le sirvió para darse cuenta de lo que verdaderamente importa, de cómo de importante es aprovechar cada minuto de nuestra existencia y de cómo debemos hacer siempre lo que nos gusta, porque no sabemos nunca cuando todo puede terminar.

Camino del estrellato

Repuesto de su dolencia, prosiguió con sus estudios musicales, finalmente se graduó en la Berklee y con uno de los amigos que se llevó de su estancia, Steve Dzialowski, fundó en la ciudad californiana de Venice una de las empresas en las que desempeña actualmente su labor profesional, Music and Motion Productions, abreviada como Mumo, y Chroma, una segunda que puso en marcha con el mismo Dzialowski y algunos socios más, en la gran Los Ángeles.

A través de ellas, Lucas Vidal compone música tanto para publicidad o tráileres cinematográficos como para películas. Cintas tan populares y mediáticas como Interstellar, Terminator Salvation o Los juegos del hambre y series como Juego de Tronos se han anunciado con sus composiciones. Pero donde más ha destacado el madrileño es componiendo lo que comúnmente denominaríamos banda sonora, aunque en realidad es lo que en el mundillo del cine se denominaría música incidental, scores en inglés. Piezas que complementan la acción que sucede en escena, realzándola, y son el trasfondo musical ambiental de las películas.

El compositor Lucas Vidal dirigiendo a una orquesta Mumo

En este terreno ha dado forma a producciones como The Raven, protagonizada por John Cusack, The Cold Light of Day con Bruce Willis y Sigourney Weaver, Vanishing on 7th Street de Brad Anderson, o la tan esperada Fast & Furious 6. Con ella, se convirtió en el compositor más joven de la historia hollywoodiense en llevar a cabo una superproducción y fue nominado a diversos premios del sector.

Pero lejos de limitar su trabajo al otro lado del Atlántico, en España también contamos con su virtuosismo y este se ha llevado idénticos éxitos. En su currículo encontramos la composición de la música de filmes como Invasor de Daniel Calparsoro y los productores de Celda 211, Mientras duermes de Jaume Balagueró, La isla interior de Dunia Ayaso y Félix Sabroso o sus dos grandes triunfos. El fondo sonoro de Nadie quiere la noche de la directora Isabel Coixet y de Palmeras en la nieve de Fernando González Molina. En los premios Goya de este 2016, la decimotercera edición de los galardones del cine español, consiguió alzarse con el cabezón a la mejor banda sonora por la primera cinta y el Goya a la mejor canción, por la segunda, junto al cantante que la interpreta, Pablo Alborán.

Con toda una vida y una carrera profesional por delante, dada su joven edad, el futuro resulta más que prometedor para Lucas Vidal. Actualmente se encuentra inmerso en la composición de diversas piezas para el Boston Ballet, acaba de terminar una película con el director canario Mateo Gil, titulada Real Life, y prepara un proyecto de notable relevancia que aunque en diversas entrevistas le han querido sonsacar, lo guarda con sumo celo. En primavera, de camino al verano, seguramente conozcamos la buena nueva. Seguro que no defraudará, ni la noticia de este inminente proyecto, ni su trayectoria en el mundo de la música.

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.