Imagen de Jack Ma
Fotografía de UNclimatechange editada con licencia CC BY 2.0

Jack Ma, cuando la perseverancia es la clave

Bien Hecho
Aunque muchos grandes empresarios han triunfado tras reiterados golpes de suerte o son todo lo poderosos que son desde la cuna, muchos otros, de orígenes humildes, se han convertido en ejemplo gracias a innumerables fracasos. Es el caso de Jack Ma.

El éxito no es cuestión de una idea feliz, esbozada a la primera. Ni exclusivamente de pequeños éxitos. Es, en muchas ocasiones, cuestión de fracasos. De errores. De decepciones en el día a día. Porque aunque esas sentencias sobre las enseñanzas que brindan las derrotas rocen lo motivacional en su peor acepción, guardan razón. Los hombres y mujeres de negocios, aquellos triunfadores que muchos admiran, han tenido que caer en numerosas ocasiones antes de llegar al lugar que ocupan.

Jack Ma es un tremendo ejemplo. El fundador y presidente ejecutivo del gigante tecnológico Alibaba y la mayor fortuna de China, fue rechazado en una treintena de empleos, no lo aceptaron ninguna de las diez veces que quiso entrar en Harvard y fue el único no contratado en un proceso de selección de una cadena de comida rápida con poco más de una veintena de aspirantes. Pero hay más.

Fracaso tras fracaso sin desfallecer

Porque Ma Yun, como es también conocido, fue también un mal estudiante. Aunque sí tuvo el olfato necesario para aprender inglés gracias a los turistas que visitaban su ciudad natal, Hangzhou. Con dificultad superó los estudios primarios, suspendiendo varias veces, más difícil se le hizo todavía secundaria, donde los suspensos fueron en aumento, y en diversas ocasiones probó suerte con el acceso a los estudios universitarios sin resultados positivos. Y nunca desfalleció.

A muchas personas todas esas decepciones les habrían supuesto un lastre. Ser rechazado en tantos trabajos, haber sido el único no contratado en un restaurante de comida rápida de más de dos decenas de personas que se presentaban o haber obtenido tan malos resultados estudiando. Pero pese a todo, lo que podría haber sido un estigma, una invitación al desánimo y la depresión, para Jack Ma fue un estímulo. No lo querrían en muchas compañías, ni siquiera en trabajos tradicionalmente despreciados, pero no había motivo para detenerse.

Perseveró y perseveró, siguió corriendo, como lo hacía uno de sus héroes, el personaje de ficción Forrest Gump, protagonista de la película homónima. Frente a sí podía tener un hoy cruel y mañana seguramente iba a ser peor, pero el día siguiente sería hermoso.

El descubrimiento de Internet y el largo camino al éxito

Imagen corporativa de AlibabaFotografía de leighklotz editada con licencia CC BY 2.0

Jack Ma escuchó hablar de Internet por primera vez en 1994. Un año más tarde, en el 95, se marchaba a Estados Unidos para introducirse poco a poco en ese nuevo mundo. Con muchas dudas, y sin saber muy bien todavía que era aquello, una de las primeras cosas que hizo fue buscar contenidos sobre la cerveza. Encontró información sobre la bebida, había de una gran cantidad de países, pero entre ellos no se encontraba China. Entonces buscó sobre China y, como preveía tras la anterior búsqueda, apenas había datos. Su país era casi un desconocido al otro lado de la pantalla.

Entonces tuvo una idea: crearía una web que ofreciese información sobre China. Un amigo y él mismo se pusieron manos a la obra y en pocas horas la web comenzaba a recibir visitas.

Esta primera experiencia le dejó ver todo lo que Internet podía ofrecerle. Y empezó a trabajar en él para no parar. Primero creó la compañía China Yellow Pages, que ayudaba a empresas de su país a tener presencia en la red. A este proyecto exitoso, pero no suficiente, le llegó la oportunidad de trabajar para el gobierno chino. Y tras esta experiencia gubernamental, a la que renunció, regresó a Hangzhou para fundar junto a diecisiete amigos Alibaba, su emporio.

Los comienzos fueron duros, no tanto como los de su fundador, pero lo fueron. Querían convertirse en la plataforma de comercio electrónico de las empresas chinas, especialmente de las pequeñas y medianas, y lo estaban consiguiendo. Pero la inversión que necesitaban para crecer no llegaba.

Marcharse con las manos vacías o con menos de lo esperado de rondas de financiación se convirtió en constante. Pero la perseverancia volvió a ser la clave. Si una vez fueron a Estados Unidos buscando tres millones de dólares y se fueron prácticamente sin nada, no tiraron la toalla, como ha relatado Jack Ma con posterioridad. Tornaron a casa y tomaron impulso. ¿El resultado? «Volvimos y conseguimos un poco más: 25.000 millones de dólares».

Toni Castillo
Toni Castillo

La curiosidad a veces me pierde y la inquietud hace que me embarre. Pero sin la una y la otra no sería lo que soy. Me gusta lo sencillo, lo simple, tener respuestas y, si no las encuentro, sacar enseñanzas. Levantarse si se cae. Andar y no parar. Sin la tecnología no sería nadie, pero sin un pedazo de papel y un lápiz me encuentro perdido. De ciudad, pero de campo. De mar, pero de montaña. Hedonista de las pequeñas —y a veces grandes— cosas. Definirse no es sencillo, pero al menos lo he intentado.